viernes, 4 de mayo de 2007

Capítulo 6 - Calle abajo

La noche avanzó tranquila, no había mucha gente. Camino y veo a las personas que se abrigan y apretan las bufandas a su boca. Es extraño no sentir frío. Siento el viento, pero no el frío. Es complicado acostumbrarse a esta situación.

Miro las copas de los árboles en la alameda bailar con el viento que las empuja y me da una sensación de paz que antes no había tenido. Una sensación de tranquilidad diferente a cuando vivía. Como un estado de sopor, pero sin un ápice de cansancio.

Disfrutaba este momento cuando algo empieza a crecer a medida que avanzo. Algo me decía que en la casa que venía, alguien me llamaba. Alguien necesitaba que estuviera allí.

A diferencia de la casa en la que estaban Clara y Camila, a esta pude entrar sin problemas. No es tan raro como imaginé el cruzar una pared o puerta. Tenía dudas al respecto, pero simplemente avancé y ya estaba dentro.

No se veía gente. La sala estaba vacía, pero se escuchaban murmullos, algunas voces.

La luz venía del piso de arriba y empecé a subir la escalera. Al llegar, miré y la penúltima pieza del pasillo tenía la puerta abierta y de ella salió una señora con un pañuelo en la boca que avanzó al fondo, abrió, encendió la luz y cerró.

Me acerqué muy lentamente, pensando que me podrían escuchar. Me sentía un intruso, pero algo me había llevado allí.

Asomé mi cabeza por la puerta y la pena inundó mi corazón. Una cama grande en la que descansaba una señora mayor de rostro cansado y delgado. Rodeada de 2 niños, una señora joven (al parecer la madre de los niños), un hombre mayor y la señora que volvía del baño.

Hablaban muy bajo, se miraban con mucha tristeza y la señora miraba al techo con los ojos semi cerrados. Los niños lloraban en silencio y su madre les hablaba al oido.

La señora que volvía del baño sobó los hombros al hombre que, sentado en una silla al lado de la cama, tomaba la mano de quien estaba en la cama.

No sé quienes eran. Jamás los había visto en mi vida, pero me sentí como si esa hubiese sido mi familia. Miraba las manos de ella y la piel como papel me evocaba mi niñez cuando mi abuela me cuidaba al estar enfermo y podía sentir sus manos con piel seca sobre mi frente para sentir la temperatura.

El aire estaba liviano. No había ruido. Tampoco plegarias. Sólo silencio.

Cuando volví a mirar los ojos de ella, ella ya miraba los míos. Un escalofrío me recorrió y me sentí descubierto. Alejé mi cabeza de la puerta y esperé unos segundos.

cuando volví a mirar, ella aún me miraba y esta vez su boca comenzó a esbozar una sonrisa. Un minuto después, recorrió a cada uno de los que la cuidaban con sus ojos y volvió a mi.

Se quedó así unos momentos y después empezó a cerrarlos.

El hombre a su lado, empezó a llorar al sentir que la mano se soltaba suavemente y que la hora había llegado.

La madre abrazó a sus hijos diciendo - Ya todo pasó, ella está mucho mejor ahora - Los niños empezaron a llorar nuevamente.

La señora volvió a salir al baño con los ojos llenos de lágrimas.

La pena me abrumó, me sentí muy dolido por lo que estaban viviendo. Es terrible cuando alguien que amas se va.

La señora estaba quieta en su cama, con ojos cerrados y la cabeza semi de lado apoyada en su almohada. La miré y creí que iba a ver un espíritu o algo como siempre vi en las películas salir de su cuerpo. Pues debo decirles que no vi nada. Pero si sentí como si alguien hubiese pasado a mi lado y movido el aire. Pero miré y a nadie vi.

- Y si ella fue quien pasó a mi lado - pensé

Salí de la casa, busqué alrededor y lo único que vi fue un perro al otro lado de la calle que me miraba fijamente.