viernes, 4 de mayo de 2007

Capítulo 3 - Ella




Han pasado varias horas. Ya es muy entrada la noche.

Es extraño no volver a necesitar dormir, en especial para alguien como yo que siempre quería quedarse un rato más entre las sábanas. Ahora estoy simplemente observando todo de forma muy calma y silente mientras pasan los minutos.

Caminé por la casa mirando cada uno de los recuerdos colgando en las paredes. Las fotos de mi niña con traje de baño en su primera visita a la playa, la foto de mi mujer con ella en brazos cuando llegamos de la clínica y cuantas otras imagenes llenas de momentos agradables.

Miraba la cama con ganas de acostarme y dormir para despertar no se donde ni cuando, pero mi cuerpo no sentía necesidad de descansar. Estaba muy reposado.

Paseaba por la casa mientras la claridad del nuevo día iba haciendo prescencia en las habitaciones cuando siento que la puerta se abre.

Con sólo desearlo, llegue al living y pude ver que quien entraba era la madre de mi hija. Venía acompañada de un par de primos y de un encargado de funeraria.

Venían a revisar entre mis cosas para llevar algo de ropa. Movieron cajones, puertas y cajas. Encontraron lo que buscaban. Mi traje negro colgado detrás de un abrigo. Sacaron zapatos y guardaron todo.

Decidí ir con ellos. No quería seguir en esa casa. Necesitaba saber que había sido de mi hija y si ella había ido a mi casa, seguramente mi hija podría estar cerca.

Avance tras ellos y subí al auto donde ellos entraron. Es extraña la posición que adopté. Era como sentado detrás del conductor, pero mirando hacia atrás, directamente a las caras de los ocupantes.

Ella parecía serena, como si pensara en otra cosa. La verdad yo no pensaba verla aparecer en la casa. Quizas a un hombre de la funeraria y eso. Pero verla entrar con el liderazgo que siempre mostró y hacerse cargo de este momento me pareció una sorpresa.

Nadie habló durante el viaje. Miraban por la ventana y uno de los primos le tomó la mano para indicarle que ya estabamos llegando. Me giré y pude ver la funeraria.

Un hombre abrió la puerta y todos salieron llevando mi ropa consigo.

Pasé la noche cuidándome y a la mañana siguiente me subieron a la carroza.

Me subí en la parte de atrás y recorrí el camino hasta el cementerio.

Sólo habían 5 personas esperando. Mi ex mujer, los dos primos, un parroco y una pequeña niña.

Era ella. ¡Que grande estaba!. Tanto tiempo que no la veía. Que irónico el poder hacerlo ahora y que ella no pueda verme.

Fue el funeral más corto al que he asistido; el parroco dijo unas palabras, una oración y listo. De a uno se acercaron a colocar algunas flores.

La primera fue mi querida hija. Yo apoyaba mi cabeza sobre el ataúd para poder ver mejor su cara; se veía triste, pero parecia aguantar su tristeza.

Siguió su madre y los primos. Un minuto después el feretro empezó a descender y cubrieron todo.

Al empezar a alejarse yo continuaba mirando la conva en la superficie del terreno donde ahora descansaba mi cuerpo. Pero reaccioné al escuchar el ruido de un motor. ¡Se iban!.

Rapidamente subí al auto y me fui con ellos.